Aunque el agua en sí no caduca, las botellas de agua que encontramos en el supermercado o en nuestra alacena sí tienen una fecha de caducidad.
Pero, ¿qué significa realmente esa fecha y qué riesgos implica consumir agua embotellada después de este límite? Te explicamos por qué esta información es importante para tu salud y cómo garantizar que el agua que bebes sea siempre segura.
Según la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de Estados Unidos, las fechas impresas en las botellas de agua no indican que el agua en sí haya dejado de ser segura. Más bien, se refieren al tiempo en que se garantiza la mejor calidad y sabor del producto. Con el tiempo, factores como la composición del plástico del envase y el almacenamiento inadecuado pueden afectar la pureza y el gusto del agua embotellada.
El plástico, especialmente si se expone a temperaturas altas o a la luz solar directa, puede liberar pequeñas cantidades de compuestos químicos al agua, lo que podría alterar su sabor y calidad. Esto no solo reduce la experiencia de consumo, sino que también puede presentar riesgos potenciales para la salud.
Expertos como Aquafeel Maryland aclaran que el agua no favorece el crecimiento de bacterias ni moho, ya que es una sustancia estable y duradera por naturaleza. Sin embargo, los problemas comienzan cuando la botella se expone a condiciones desfavorables, como:
Almacenamiento prolongado bajo el sol o en ambientes calurosos: Esto acelera la degradación del plástico y puede alterar la composición del agua.
Botellas abiertas: Una vez que el envase ha sido destapado, el agua está expuesta al aire, aumentando el riesgo de contaminación con microorganismos.
Para mantener la calidad del agua, la FDA recomienda consumirla dentro de los dos años posteriores a la fecha impresa en el envase, siempre que haya sido almacenada en un lugar fresco y seco.